Peligro y promesa: La educación superior
en los países en desarrollo
Resumen de las conclusiones alcanzadas por el Grupo
de Estudio sobre Educación Superior y la Sociedad[1]
1° de marzo de 2000
El Grupo de Estudio
El Grupo de Estudio sobre Educación Superior
y la Sociedad fue convocado por la UNESCO y el Banco Mundial. Expertos
en educación, provenientes de 13 países, se reunieron
para investigar el futuro de la educación superior en los
países en desarrollo[2].
Durante los últimos dieciocho meses, el Grupo
se ha dedicado a investigar el tema, y ha celebrado una serie intensiva
de debates y sesiones, en las que se ha llegado a la conclusión
que, si los países en desarrollo no aumentan y mejoran la
educación superior, les será cada vez más dificultoso
beneficiarse de la economía global sustentada en el conocimiento.
El Grupo de Estudio tiene por objeto clarificar los
argumentos sostenidos en torno al desarrollo de la educación
superior, especialmente desde el punto de vista de los responsables
de las políticas públicas y la comunidad internacional.
Asimismo, diagnostica los problemas específicos que atañen
a todos los países en desarrollo - donde habita más
del 80 por ciento de la población mundial -, y propone algunas
posibles soluciones.
El Grupo espera catalizar un diálogo informado
que guiará las actividades que atienden a las necesidades
de cada país. Lo que ofrece es un punto de partida para la
reforma de la educación superior, no un plan maestro de cómo
debe llevarse a cabo tal reforma.
Los Antecedentes
La economía mundial está variando a
medida que el saber suplanta el capital físico como la fuente
de riqueza actual (y futura). La tecnología guía la
gran parte de este proceso, con la tecnología de la información,
la biotecnología y otras innovaciones que conducen a excepcionales
cambios en la forma en que vivimos y trabajamos.
A medida que el saber cobra importancia, también
la adquiere la educación superior. Los países necesitan
aumentar el número de jóvenes que alcanza un nivel
más elevado de educación; hoy en día, un título
es considerado una calificación básica para muchos
trabajos especializados. La calidad de los conocimientos generados
dentro de las instituciones de educación superior, y su posibilidad
de acceso a una economía más amplia, constituye algo
cada vez más esencial para la competitividad nacional.
Estos hechos posan un reto especialmente serio para
los países en desarrollo. Desde los años 80, muchos
gobiernos nacionales y donantes internacionales han asignado a la
educación superior un nivel de prioridad relativamente bajo.
Los análisis económicos[3]
estrechos de mira - y, en nuestra opinión, equívocos
- han contribuido a la opinión de que la inversión
pública en universidades y en institutos de educación
superior reporta ingresos insignificantes en comparación
con las inversiones dirigidas a escuelas primarias y secundarias;
así como que la educación superior aumenta exageradamente
la desigualdad de ingresos.
En consecuencia, los sistemas de educación
superior en los países en desarrollo se encuentran bajo fuerte
presión. La falta de fondos es crónica, sin embargo,
hay escalamiento en la demanda[4].
Con frecuencia, el profesorado carece de cualificaciones suficientes
y de motivación, y son mal compensados. La docencia que reciben
los estudiantes es mala y los currículos son vastamente incompletos.
Por otra parte, los países desarrollados, elevan constantemente
sus niveles educacionales y sus expectativas. En pocas palabras,
muchos países en desarrollo necesitarán trabajar bastante
duro, sólo para mantener sus posiciones, sin esperar alcanzar
los mismos niveles. Pese a que se destacan algunas excepciones,
en la actualidad, en casi todo el mundo en desarrollo, el potencial
de la educación superior para promover el desarrollo, sólo
se realiza marginalmente.
Enfoque Más Amplio
El Grupo de Estudio está unificado en la convicción
de que la toma de medidas urgentes para expandir la cantidad y mejorar
la calidad de la educación superior en los países
en desarrollo, debería constituir la prioridad máxima
en las actividades de desarrollo. Los países en desarrollo
necesitan la educación superior para:
- ofrecer a la cada vez mayor cantidad de estudiantes, especialmente
a aquellos de grupos desfavorecidos, cualificaciones de especialización
la demanda de especialistas aumenta más y más en
todos los sectores de la economía mundial
- producir una fuerza estudiantil en posesión de una educación
general que fomenta la flexibilidad y la innovación lo
que permite la renovación continua de las estructuras económicas
y sociales pertinentes a un mundo en rápida transformación
- enseñar a los estudiantes no sólo lo que se sabe
hoy, sino que también cómo mantener sus conocimientos
al día, de modo que puedan actualizar sus especialidades
a medida que el entorno económico cambia
- aumentar la cantidad y la calidad de la investigación
nacional que permita al mundo en desarrollo seleccionar, absorber
y crear nuevos conocimientos de manera más eficiente y
expedita que lo que sucede hoy
El Grupo de Estudio reconoce las muchas dificultades
presentes para lograr estos objetivos, incluyendo las muchas demandas
que compiten por fondos públicos. Por tanto, las actividades
que se realicen para estos efectos, deberán incluir creatividad
y persistencia. Es necesaria una nueva visión de los logros
que puede alcanzar la educación superior, combinada con una
mejor planificación y con estándares de gestión
más altos. Habrá que aprovechar la fortaleza de todos
los actores tanto privados como públicos, así como
el surgimiento de la comunidad internacional para brindar apoyo
fuerte y coordinado, además de liderazgo en esta área
crítica.
Enfoque en el Sistema
El Grupo de Estudio recomienda que cada país
en desarrollo debiera, como prioridad nacional, plantearse y definir,
con una visión realista, lo que espera conseguir de su sistema
de educación superior. Por supuesto, los planteamientos tendrán
que basarse en conocimientos sólidos de carácter histórico
y comparativo acerca de los aportes que brinda la educación
superior al desarrollo social, económico y político;
pero también, deberán tener presente los retos que
traerá el futuro. Se debiera establecer, para cada sistema
de educación superior, metas claras que los responsables
de las políticas puedan utilizar para captar una visión
del sistema de educación superior en general, determinando
el tipo de contribución que cada parte puede aportar al bien
público.
Esta clase de análisis holístico de
los sistemas de educación superior no ha sido común
en el pasado; y no significa volver a los sistemas de planificación
central todo lo contrario. Ofrece, en cambio, la habilidad de equilibrar
la dirección estratégica con la diversidad ahora presente
en los sistemas de educación superior en todo el mundo en
desarrollo. Esta diversificación una reacción al aumento
de la demanda- ha atraído a nuevos actores (especialmente
del sector privado) al sistema, y ha fomentado el surgimiento de
nuevos tipos de instituciones. Ha incorporado nuevas ideas y energía
al sistema, asimismo que ofrecido fuentes alternativas de financiamiento.
Promete mayor competencia y, finalmente, superior calidad.
No obstante, tal promesa no cobrará forma tangible
si la diversificación continúa siendo caótica
y sin planificación. Los actores nuevos y antiguos- prosperarán
solamente en sistemas de educación superior que desarrollen
cualidades esenciales. Entre ellas:
autonomía suficiente, donde los gobiernos proporcionan
una supervisión clara, pero no así una gestión
cotidiana
- estratificación explícita, que permita a las
instituciones funcionar en consonancia con sus fortalezas y atender
diferentes necesidades, a la par que competir por financiamiento,
cuerpo docente y estudiantes
- cooperación al igual que competencia, con capital humano
y físico, así como conocimientos e ideas, compartidos
provechosamente dentro del sistema, creando, por ejemplo, centros
de aprendizaje comunes, donde los materiales y equipos ordenadores,
bibliotecas, laboratorios- están a la disposición
de cualquiera y cada uno de los estudiantes
- mayor apertura, que motive a las instituciones de educación
superior a fomentar conocimiento -(e ingresos)- compartiendo vínculos
con las actividades comerciales, y a profundizar el diálogo
con la sociedad que conducirá a una democracia más
fuerte y a naciones más tenaces
Evidentemente que por sí solo, el mercado no
va a crear este tipo de sistema. Los mercados requieren ganancias
y esto puede relegar importantes oportunidades y deberes de enseñanza.
Las ciencias básicas y las humanidades, por ejemplo, son
esenciales para el desarrollo nacional; las cuales seguro reciben
insuficientes recursos, a menos que los líderes en educación,
quienes cuentan con los recursos para poner en práctica sus
visiones, las promuevan activamente.
Es necesario que los gobiernos desempeñen un
nuevo papel como supervisores de la educación superior, más
que como directores. Debieran concentrarse en establecer los parámetros
dentro del cual se pueda lograr el éxito, mientras permiten
que las soluciones específicas afloren de las mentes creativas
de los profesionales de la educación superior.
Soluciones Prácticas
El Grupo de Estudio ha identificado una serie de áreas
en las que es necesario tomar medidas inmediatas y prácticas.
Entre ellas:
- financiamiento[5]
- el Grupo propone un modelo de fondos mixtos para maximizar los
aportes financieros del sector privado, filántropos e instituciones,
y estudiantes. También sostiene que debieran haber mecanismos
de fondos públicos más constantes y productivos.
- recursos el Grupo propone ideas prácticas para el aprovechamiento
más eficaz del capital humano y físico, e incluye
un requerimiento de acceso a las nuevas tecnologías necesarias
para conectar a los países desarrollados con la línea
central intelectual en el ámbito mundial[6]
- gobierno (reconocido por muchos como el problema que enfrenta
la educación superior en los países en desarrollo)
el Grupo de Estudio propone un conjunto de principios de gobierno
óptimo, y plantea las herramientas que promueven su implementación:
la mejor gestión conducirá a la distribución
más eficaz de los limitados recursos
- desarrollo del currículo, especialmente en dos áreas
de contraste: ciencias y tecnología, y la educación
general[7].
El Grupo de Estudio considera que, en la economía del conocimiento,
habrá falta de especialistas con formación de alto
nivel y de educadores generales con amplia educación; de
modo que la educación de ellos tendrá que ser más
flexible para que continúen aprendiendo a medida que sus
entornos continúan desarrollándose
Programa de alcance exterior
El Grupo de Estudio presentará su informe en
febrero de 2000, con capítulos que abarcan: los antiguos
problemas de la educación superior y las nuevas realidades
que afronta; la naturaleza del interés público en
la educación superior; cómo un enfoque en los sistemas
de educación superior rendirá los beneficios de la
diversificación planificada; la necesidad de mejorar los
estándares de gobierno (administración); la particular
y aguda necesidad de mejor y más amplia enseñanza
de las ciencias y la tecnología; y la exigencia de carácter
radical de un programa de educación general imaginativo para
introducirlo a determinados estudiantes.
El informe tiene por finalidad alcanzar a todos los
responsables de las políticas alrededor del mundo. A través
de sus páginas insiste sobre el punto vital: la educación
superior no es un lujo, es esencial para la sobrevivencia.
[1]
El informe del Grupo de Estudio se presentará el 1° de
marzo de 2000, en el Banco Mundial, Washington DC, como parte de
la Semana de Desarrollo Humano.
[2]
El Grupo de Estudio estaba integrado por: Mamphela Ramphele (Sudáfrica)
Presidenta adjunta, Vicerectora, Universidad de Cape Town; Henry
Rosovsky (Estados Unidos) Presidente adjunto, antiguo decano de
la Facultad de Artes y Ciencias y profesor emérito Universidad
Geyser , Universidad de Harvard; Kenneth Prewitt (Estados Unidos)
Vicepresidente, Director, Censo EE.UU.; Babar Ali (Pakistán)
Pro-rector, Universidad de Ciencias de la Gestión - Lahore;
Hanan Ashrawi (Palestina) Antiguo Ministro de Educación Superior;
José Joaquín Brunner (Chile) Antiguo Ministro Secretario
General; Lone Dybkjær (Dinamarca) Miembra, Parlamento Europeo;
José Goldemberg (Brasil) Profesor, Universidad de São
Paulo; Georges Haddad (Francia) Profesor, Universidad de París
I Panthéon-Sorbonne; Motoo Kaji (Japón) Vicepresidente,
Universidad del Aire; Jajah Koswara (Indonesia) Director, Desarrollo
de Servicio Comunitario e Investigación, Dirección
General de Educación Superior; Narciso Matos (Mozambique)
Secretario General, Asociación de Universidades Africanas;
Manmohan Singh (India) Miembro del Parlamento; y Carl Tham (Suecia)
Antiguo Ministro de Educación y Ciencias Codirectores de
estudio: Kamal Ahmad (Estados Unidos), Abogados, Fried, Frank, Harris,
Shriver & Jacobson; y David Bloom (Estados Unidos) Jefe de la
Secretaría del Grupo de Estudio y Profesor, Universidad de
Harvard.
[3]
En resumen, los economistas han tendido a medir solamente los incrementos
en los ingresos, y no la contribución de las personas con
alto nivel de educación en calidad de empresarios, líderes
y representantes económicos y sociales de sus países
en la escena mundial.
[4]
El 50% de los estudiantes del mundo en educación superior,
reside en los países en desarrollo.
[5]
Cabe observar que los gobiernos de los países en desarrollo
dedican ya un monto mayor de sus ingresos a la educación
superior que los países industrializados, de modo que es
poco probable que se produzca un notorio incremento de fondos públicos.
[6]
Los países industriales poseen en la actualidad un número
casi 20 veces mayor de ordenadores que los del mundo en desarrollo,
y 100 veces tantos huéspedes de Internet. Entretanto, la
tecnología tiene gran potencial para posibilitar mejor educación
con el ofrecimiento de materiales de primera, la facilidad del aprendizaje
a distancia, y con la ayuda que presta a los académicos de
los países en desarrollo para mantenerse al día en
sus campos de especialización.
[7]
La educación general tiene por objeto desarrollar al individuo
como un todo, más allá de las formaciones ocupacionales
específicas. Las asignaturas específicas variarían
de país a país, pero incluirían una combinación
de las humanidades y de las ciencias sociales y naturales.
|